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El agua corre entre las columnas del Azkuna Zentroa

Actualizado: 29 ene 2021

Steps of Faith recrea un rio artificial mediante una combinación de luces, aire y sonido

El antiguo edificio de la Alhóndiga está acostumbrado a recrear naturaleza mediante nuevas tecnologías: desde su remodelación un sol deslumbrante ilumina la entrada, un sol en una pantalla LED. Steps of Faith, la instalación construida para la Noche Blanca de Bilbao, vuelve a jugar con esa dualidad entre lo natural y lo artificial.


Al igual que en los demás eventos de la Gau Zuria, se requería de entrada para poder asistir. A últimas horas de la noche la participación no era muy amplia para este evento, no más de diez personas aguardaban en la cola. A pesar de la inactividad, la actuación empezaba a cobrar vida a medida de que la hora de inicio se acercaba. El sonido de agua en movimiento resonaba con eco en todo el pabellón, mientras que en un rincón del edificio Azkuna Zentroa comenzaba a iluminarse poco a poco. Unas turbinas de viento rugían en intervalos aleatorios, lo que atraía la atención de los transeúntes de la zona. Todo se escondía en un aire de secretismo, a esperas de que diesen comienzo al acto.

Steps of Faith, en el Azkuna Zentroa. Alberto Almazán

Cuando los miembros del personal retiraron la cinta, uno a uno sentaron a los invitados en unas sillas metálicas que previamente habían colocado frente al espectáculo. Debido a las restricciones establecidas por la COVID-19, los asientos estaban separados con la suficiente distancia como para que nadie llegara a estar en contacto con los demás. Delante de los visitantes se encontraban varios mojones de color oscuro, en fila, por las que corría un flujo de luz constante. Una vez acomodaron a todos los asistentes, un pequeño gesto dio comienzo al evento.


Los peldaños negros se iluminaron mediante un foco blanco en el techo. La corriente de luz que se encontraba en el suelo se comportaba como el flujo de un rio entre varios bloques de piedra. Las turbinas contaban con varias bombillas que indicaban cuando se encendían, dándoles unas tonalidades anaranjadas. El conjunto de sonido, luces y viento daba la impresión que se estaba presenciando un riachuelo con varios guijarros enormes que lo cruzaban. Pasados cinco minutos, un miembro del personal dio paso a los invitados a intentar cruzar la pasarela. Uno a uno, se armaban de valor y daban sus primeros pasos hacia el centro del escenario. Nada más empezar a cruzar los peldaños, un vendaval golpeaba a los transeúntes. Sus chaquetas y pañuelos batían a la par que intentaban no caerse. El ruido de las turbinas, a su vez, no permitía escuchar los sonidos de agua de los altavoces. Pasado el "peligro", los asistentes eran dirigidos hacia la salida, detrás de una enorme cortina blanca. Más de una cara de desconcierto era apreciable entre la muchedumbre que había estado esperando más de veinte minutos fuera para luego solo disfrutar siete dentro. Un evento que podía haber tenido un gran potencial acabo siendo la gota que colmo el vaso.


Nada más empezar a cruzar los peldaños, un vendaval golpeaba a los transeúntes. Alberto Almazán

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